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LAS AVENTURAS DE TOM SAWYEROverlay E-Book Reader

LAS AVENTURAS DE TOM SAWYER

Biblioteca de Grandes Escritores | Mark Twain

E-Book (EPUB)
2015 Iberialiteratura
409 Seiten
Sprache: Espanol
ISBN: 978-3-95928-084-6

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€ 0,99

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Ebook con un sumario dinámico y detallado: Las Aventuras de Tom Sawyer de Mark Twain es un novela de 1876 que relata las ocurrencias de la infancia de Tom Sawyer, un niño que vive a las orillas del río Mississippi en el sur de Estados Unidos. La historia está ambientada en la ficticia ciudad de San Petersburgo, que está inspirada en Hannibal, Missouri, donde vivía el autor de la novela Mark Twain Tom Sawyer vive con su tía Polly y su medio hermano Sid. En una pelea callejera, Tom ensucia su ropa y es obligado a pintar la valla al día siguiente como castigo. Tom hábilmente convence a sus amigos para canjearle pequeños tesoros por el privilegio de hacer su trabajo. Tom luego negocia los pequeños tesoros para obtener boletos de la Escuela Dominical que se reciben, normalmente, cuando se memorizan versículos de la Biblia. Tom intercambia los boletos por una Biblia, ante la sorpresa y el desconcierto del superintendente que pensó que 'era simplemente absurdo que este muchacho podría haber almacenado dos mil gavillas de sabiduría bíblica en su cabeza - mientras que, una simple docena, sin lugar a dudas forzaría en extremo su capacidad'. Tom se enamora de Rebecca Thatcher (Becky), una chica nueva en la ciudad, y la convence para 'comprometerse' con él, besándolo. Pero su romance se derrumba cuando Becky se entera de que Tom se ha 'comprometido' con anterioridad con Amy Lawrence. Poco después de que Becky lo rechaza, Tom acompaña a Huckleberry Finn al cementerio por la noche, donde son testigos del asesinato del Dr. Robinson. Tom, Huck y Joe Harper se escapan a una isla. Mientras disfrutan de su nueva libertad, los niños se dan cuenta de que la comunidad está dragando el río para encontrar sus cuerpos. Tom se cuela a su casa una noche para observar la conmoción causada por su desaparición. Después de un breve momento de remordimiento, al ver a sus seres queridos sufrir por él, a Tom se le ocurre la genial idea de aparecer en su propio funeral.

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- Es la mar de divertido. Si supieras lo que Amy Lawrence y yo...

En los grandes ojos que le miraban vio Tom la torpeza cometida, y se detuvo, confuso.

-¡Tom! ¡Yo no soy la primera que ha sido tu novia!

La muchachita empezó a llorar.

-No llores, Becky -dijo Tom-. Ella ya no me importa nada.

- Sí, sí te importa, Tom... Tú sabes que sí.

Tom trató de echarle un brazo en torno del cuello, pero ella lo rechazó y volvió la cara a la pared y siguió llorando. Hizo él otro intento, con persuasivas palabras, y ella volvió a rechazarlo. Entonces se le alborotó el orgullo, y dio media vuelta y salió de la escuela. Se quedó un rato por allí, agitado y nervioso, mirando de cuando en cuando a la puerta, con la es peranza de que Becky se arrepentiría y vendría a buscarlo. Pero no hubo tal cosa. Entonces comenzó a afligirse y a pensar que la culpa era suya. Mantuvo una recia lucha consigo mismo para decidirse a hacer nuevos avances, pero al fin reunió ánimos para la empresa y entró en la escuela.

Becky seguía aún en el rincón, vuelta de espaldas, sollo zando, con la cara pegada a la pared. Tom sintió remordimientos. Fue hacia ella y se detuvo un momento sin saber qué hacer. Después dijo, vacilante:

- Becky, no me gusta nadie sino tú.

No hubo más respuestas que los sollozos.

-Becky -prosiguió implorante-, ¿no quieres responderme?

Más sollozos.

Tom sacó su más preciado tesoro, un boliche de latón procedente de un morillo de chimenea, y lo pasó en torno de la niña para que pudiera verlo.

- Becky-dijo-, hazme el favor de tomarlo.

Ella lo tiró contra el suelo. Entonces Tom salió de la es cuela y echó a andar hacia las colinas, muy lejos, para no volver más a la escuela por aquel día. Becky empezó a barruntarlo. Corrió hacia la puerta: no se le veía por ninguna parte. Fue al patio de recreo: no estaba allí. Entonces gritó:

- ¡Tom! ¡Tom! ¡Vuelve!

Escuchó anhelosamente, pero no hubo respuesta. No tenía otra compañía que la soledad y el silencio. Se sentó, pues, a llorar de nuevo y a reprocharse por su conducta, y ya para entonces los escolares empezaban a llegar, y tuvo que ocultar su pena y apaciguar su corazón y que echarse a cuestas la cruz de toda una larga tarde de tedio y desolación, sin na die, entre los extraños que la rodeaban, en quien confiar sus pesares.

CAPÍTULO VIII

Tom se escabulló de aquí para allá por entre las callejas hasta apartarse del camino de los que regresaban a la escuela, después siguió caminando lenta y desmayadamente. Cruzó dos o tres veces un regato, por ser creencia entre los chicos que cruzar agua desorientaba a los perseguidores. Media hora después desapareció tras la mansión de Douglas, en la cumbre del monte, y ya apenas se divisaba la escuela en el valle, que iba dejando atrás. Se metió por un denso bosque, dirigiéndose fuera de toda senda, hacia el centro de la espesura, y se sentó sobre el musgo, bajo un roble de ancho ramaje. No se movía la menor brisa; el intenso calor del mediodía había acallado hasta los cantos de los pájaros; la Naturaleza toda yacía en un sopor no turbado por ruido alguno, a no ser, de cuando en cuando, por el lejano martilleo de un picamaderos, y aun esto parecía hacer más profundo el silencio y la obsesionante sensación de soledad. Tom era todo melancolía y su estado de ánimo estaba a tono con la escena. Permaneció sentado largo rato meditando, con los codos en las rodillas y la barbilla en las manos. Le parecía que la vida era no más que una carga, y casi